LA MUJER LAVA

En esta pieza, el volcán deja de ser símbolo de catástrofe para convertirse en emblema de poder creador. Su lava no destruye, sino que unifica, nutre y transforma. En su interior palpita la memoria ancestral de las mujeres que han sabido resguardar el fuego —no sólo el literal, sino el simbólico— en tiempos de calma y de tormenta. Ese fuego es la ternura que cocina, la palabra que consuela, la presencia que ordena y da sentido. Es la luz que no ciega, sino que guía.

Con esta escultura nos invita a pensar en ese rol esencial: las mujeres como guardianas de la llama, como arquitectas emocionales de los espacios que habitamos. En este volcán-lámpara, se funden los elementos —tierra, fuego, luz— en una alegoría de lo femenino como energía que no cesa, que arde sin consumir, que mantiene la vida encendida.

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VASIJA